Han pasado diez años desde que te fuiste, y siento que aún no he llorado lo suficiente, siento que aún no te he extrañado demasiado, siente que mi necesidad de tenerte es tan grande que mi vida incompleta quedará para siempre.
Hoy 27 de mayo, todos celebran a sus madres y yo, lloro de tristeza porque con el transcurrir de los años, he olvidado tu cara, ya no recuerdo tu sonrisa, no logró recordar el sonido de tu voz, o tu aroma… Me culpo a mí misma porque en un acto de defensa personal, para ya no sufrir tu ausencia, bloqueé mi mente para no pensar más en ti, y terminé olvidándote… ¿Será posible?
Cuando te fuiste, mi consuelo era que ya no sufrirías más, que seguramente descansarás de una vida llena de sacrificios y sufrimientos; mi mayor dolor era la falta que nos harías mamá, y la necesidad de tu amor, que nadie podría suplir nunca en nuestras vidas.
¿Quién con una sola mirada me haría saber que pase lo que pase todo estaría bien? ¿Quién con un abrazo me devolvería la esperanza de que algo bueno va suceder? ¿Quién me daría las palabras de aliento que necesite escuchar cada vez que todo se complique? ¿Dónde encontraré el refugio que significaban tus brazos? ¿Dónde encuentro tus consejos tan sabios y oportunos?
Ya no estás más… Y haga lo que haga jamás podré volver ni a verte, ni a sentirte… y al parecer ni a recordarte… cosa muy contradictoria, porque cada día te necesito.
Me duele que no puedas ver que lo que sembraste en nosotras, tus hijas, con tu ejemplo, con tus enseñanzas, con tu vida; está dando frutos, me duele que no estés en cada logro nuestro, aplaudiendo y sabiendo que tú fuiste el principal motor para conseguir nuestras metas; me duele que no pude devolverte, en esta vida, algo de lo mucho que me diste.
Y me duele más aún que mis hijos nunca te conocerán, que no tendrán la dicha de llamarte abuela, y recibir algo que lo mucho que siempre tuviste para dar a todos los que te rodearon… Dime tú: ¿Cómo se vive con tu ausencia?
¿Tú decidiste irte verdad?... Mamá, no me interesaba que me des todas esas cosas que tu creías que tenías que darme; sólo quería tu amor, tu cariño, tus cuidados, tu compañía, tus consejos… te quería a ti mamá.
Ahora que te fuiste, todo se complicó demasiado, cada día tuvimos que luchar para sobrevivir, y eso atrasa mucho sabes… sin embargo, quiero que sepas, que seguimos en pie, que valió la pena cada uno de tus sacrificios, cada una de tus oraciones, que sí fue importante cada palabra dicha, cada consejo; y fue imprescindible mirar tu ejemplo, aprender de tu entereza, contagiarnos de tu fortaleza, mirar tu perseverancia y conocer que vale la pena vivir.
Gracias mamita, por no sólo darnos la vida, sino también enseñarnos a vivirla, por fundamentarnos en valores y principios eternos que aún hoy son nuestra guía de vida; gracias por darnos tu amor incondicional, aunque por poco tiempo, nos enseñó el valor que tenemos y saber que podemos amar sin miedo, de la misma manera; gracias por que nos enseñaste a ser libres, a ser diferentes, a escribir nuestra propia historia; gracias por enseñarnos a conquistar lo que queremos con mucho valor, sacrificio y perseverancia; gracias por enseñarnos a nunca conformarnos con nuestra realidad y soñar siempre con algo mejor, más no sólo eso, sino luchar cada día, con lo que tengamos a nuestro alcance para hacer realidad esos sueños, nos hicistes mujeres fuertes, de carácter, invencibles; capaz de tomar sus propias decisiones y saber qué es lo que quieren en la vida... gracias por dejarnos tu esperanza, tu característica principal.
Aun hoy diez años después de tu partida, te amo como siempre, te respeto inmensamente y guardo celosamente cada uno de tus consejos y enseñanzas... fuiste una madre y mujer maravillosa.
Sólo me queda vivir cada día como me enseñaste y honrarte con mi vida.
Te amo mamá.
Tu hija