miércoles, 3 de junio de 2015

Soy fuerte: soy invencible.



No permitiré que la tristeza me inunde. La siento. Si, es inevitable. Más no le daré lugar para que me destruya. No perderé más tiempo en depresión. Donde el único alimento de esta devoradora es el lamento y la auto compasión. Eso no es para mi. 
Yo he decidido ser fuerte. Y mantendré mi posición pase lo que pase. Habrán lágrimas, claro. Habrá dolor, seguro que si. Más no me consumirá. Me lavo la cara, me levanto y continúo. Hay más por aprender. Hay más por descubrir, aún se puede madurar más y seguir creciendo. 
A nada me aferro. Disfruto lo que tengo, si, y mucho. Amo a los míos, quizá demasiado. Pero no estoy aferrada a nada ni a nadie. Mi certeza es eterna, mi verdad absoluta es Dios. 
Por tanto, mientras vivo, se pierde, otras veces se gana, se acerca, otras más toca alejarse, se alegra y se llora con ganas. 
Todo esto forma parte del crecimiento: la única obligación del ser humano.