30 días de escribirme
Durante 30 días, cada día publicaré un disparador o consigna corta para que ustedes escriban un texto de la extensión que quieran y con el formato que quieran en sus cuadernos o blogs.
Día 3: desde donde estás sentado, escribí diez cosas a las que no les
habías prestado atención.
- Ese pequeño espejo de mano que siempre está cuando quiero
ver mi reflejo, desde hace muchos años atrás, ni se de cómo llegó a mis manos o
ser parte de mis posesiones, pero siempre está en todo momento. Está viejo,
todo roto y maltratado, pero siempre fiel a reflejarme cuando necesito verme,
ya sea para aplicarme una crema, o maquillarme, depilarme, o sólo mirarme como
suelo hacer, cada rincón de mi rostro. A veces lo uso hasta para verme cuando
lloro o cuando río, y el pobre aguanta todo, firme como talón de oso; nunca me
miente, me muestra como soy, siempre tan franco a veces cruel, muestra que el
pasar de los años no es en vano, y sin embrago me gusta verme a través de él,
una y otra vez y me gusta siempre tenerlo a mano, que siempre esté para mí; en
ocasiones, cuando hablo por teléfono, lo tomo y mientras converso, me observo,
con todos los gestos que salen de mi rostro (Soy expresiva)… Ese espejo guindo,
es pequeño pero es el tamaño ideal para estar donde tiene que estar, a mano, es
fiel, aunque a veces cuando no lo encuentro, me enfurezco, porque lo necesito.
Ese espejo, que ya está quebrado, no deja de hacer su trabajo a pesar de estar
herido, y eso me reconforta; La vida debe de seguir sin importar las
circunstancias, aunque con un tobillo roto, siempre se encuentra el modo de
hacer lo que corresponde y adaptarse, desarrollar nuevas habilidades, para
enfrentar lo que se presenta.
- Al frente de mi cama está ese mueble, cuadrado, grandote y
súper pesado, es un tipo cómoda, pero más grande, de madera, antiguo y viejo;
pero es la única herencia que tengo de mi madre. Estuvo conmigo desde que tengo
unos 16 años, y hoy, en mi habitación donde tengo pocas cosas, ese mueble, me
recuerda a ella, mi madre. Cargado por todos los lados de un montón de cosas,
adentro en la parte derecha, tiene mis libros y cuadernos, apilados y medio en
desorden, a la izquierda mi ropa, la más pesada, los jeans; encima, tiene cajas
por todos lados, con maquillaje, con cremas, con chucherías, y una pila casi
hasta el techo de cajas con zapatos; y por si fuera poco, en la puerta cuelgan
las chaquetas de frío, no son muchas pero son pesadas… y él firme, aguanta el
peso, el pasar de los años y el gran significado que le puse, ahora que mi
madre ya no está. Ella era así, siempre cargada con responsabilidades, cuatro
hijas, un matrimonio, pobreza y necesidad, la familia, el trabajo… pero ella
nunca decaía, siempre sonriente, siempre alegre, siempre positiva, y siempre presente
cuando más la necesitaba, siempre firme ante lo que venga, no importa las
circunstancias.
- Continurá...
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