sábado, 18 de junio de 2016

¿Alguna vez ha sentido la tristeza?



Alguna vez ha sentido la tristeza?

Sí, ese hueco en el estómago que parece que tiene vida propia y cada minuto que pasa te pesa más; esas ganas incontenibles de llorar y llorar, aunque mientras más lloras, más duele y al final todas las lágrimas derramadas no son suficientes para sacar lo que tienes atorado adentro y parece que te va a ahogar. Esa avalancha de pensamientos que no puedes evitar porque en medio de la confusión y la soledad es lo único que te queda.

Entonces sabes de lo que estoy hablando. Cuando la desesperanza se apodera de ti, y el futuro se torna demasiado incierto. Cuando la desesperación quiere dominarte, porque realmente no sabes qué hacer y no ves salida posible para esa situación, no ves solución posible para ese momento.

Cuando parece que no queda nada más y que todo lo que has intentado ha fracasado. Cuando ya no tienes más ganas de juzgarte por lo que hiciste y comienzas a compararte con otros y parece que a todos les va bien, menos a ti. Cuando parece que tu mundo se ha desmoronado y no importa las palabras que alguien más pueda decir, parecen inútiles porque el dolor sigue.

Cuando la pérdida que has tenido es definitivamente irreparable y no ves manera posible de llenar el vacío de su ausencia. Cuando no encuentras el camino a seguir, porque parece que todo lo has hecho mal y te has equivocado tanto que al parecer ya ni siquiera vale la pena intentar.

Cuando buscas algo o alguien a que aferrarte porque sientes que todos te han abandonado, porque todos tienen una vida y cosas más importantes que tú. Cuando quienes se supone que tuvieron que cuidarte y amarte te hirieron, te abandonaron, dejándote cuando más los necesitabas.

Cuando las decisiones que tomaste no fueron las mejores y te diste cuenta demasiado tarde, cuando ya no hay vuelta atrás y ahora hay que cargar con las consecuencias. Cuando se supone que tienes que ser fuerte pero tu fortaleza te ha abandonado.

No es el fin.

No estás acabado. Y aunque ahora mismo no parezca, siempre hay solución para todo en esta vida. Si, mientras hay vida hay esperanza. Lograrás salir de esta. Un día mirarás a atrás y recordarás la profunda tristeza que sentiste y valorarás lo feliz que eres.

Sólo ten calma, llora cuanto tengas que llorar. Vive al máximo todas y cada una de esas emociones que se apoderan de ti, ahora mismo. Deja que fluya, porque lo único que quieren hacer, es ser sentidas. No acabarán contigo, no te harán daño, están aquí para acompañarte, son parte de la vida, necesitan ser sentidas con intensidad, y después se irán.

Y como la tan citada y real frase, después de la tormenta, viene la calma, así será también esta vez.
Sólo te pido una cosa. No te acostumbres al dolor, no consientas la tristeza en tu corazón por mucho tiempo, porque ella se alimenta de pensamientos negativos, de desesperanza, de miedo, de temor y desilusión.  Y al final se convierte en amargura, tan grande que parece un monstruo que no sólo te destruye a ti sino a los que te rodean.

Y tú, eres demasiado muy valioso como para estar marchito, tienes mucho para dar como para encerrarte en el dolor, y tu vida es importante como para desperdiciarla en lamentos.


No te asustes cuando la tristeza te visite, siéntela, vívela y déjala ir. Ella te enseñará a valorar los momentos de la vida, aquellos que parecen insignificantes pero que son tan relevantes. El abrazo de un amigo, la compañía de un ser amado, la sonrisa que provocas en alguien, disfrutar de las cosas buenas de la vida, reír a carcajadas, amar sin medida, dar tu tiempo a quien lo necesita y definitivamente disfrutar del presente, como venga.

jueves, 16 de junio de 2016

Haz precisamente eso que te asusta



Has lo que te asusta,
Desafía tus miedos, rompe tus propios esquemas impuestos por otros o autoimpuestos, por experiencias pasadas o por miedo.

Sino qué sentido tiene vivir, si siempre harás aquello que te hace sentir cómodo y seguro, aquello para lo que eres bueno, aquello que de tanto repetirlo se convirtió en una rutina, en algo automático y obviamente en algo que siempre te da los resultados esperados, los cuales ya das por sentado.

Intenta algo nuevo constantemente, algo para lo que definitivamente no eres bueno, que requiera esfuerzo extra para hacerlo, que implique desarrollar nuevas aptitudes  y  te exija adaptación.

El miedo siempre estará, así que con él o sin él hazlo.

Prueba nuevas y desconocidas experiencias por el simple hecho de emocionarte con toda la intensidad que requiere, de explorar nuevas sensaciones que te hagan llorar, reír, gritar, asustarte, cerrar los ojos, suspirar; que nada te quite la capacidad de sorprenderte y asombrarte de las cosas simples y de las cosas extraordinarias.

Lánzate a hacer cosas sin planificar, y deja que el camino te sorprenda, no necesitas tener el control de todo, menos de los resultados, déjate guiar por el corazón.

No sabrás si eres capaz hasta que al menos lo intentes, no sabes si tienes lo que se necesita hasta que te pongas a prueba, no crecerás a menos que rompas los moldes.
Así que sal de tu comodidad y genera tú mismo los cambios que tanto te asustan, lo peor que puede pasar es que madures más, que crezcas como persona y que aprendas nuevas cosas.

Si no sabes qué hacer con tu vida, una buena manera de comenzar es hacer lo que te asusta. Habla en público y conviértete contra todo pronóstico en el alma de la fiesta, toma ese curso de baile, para lo que eres pésimo, haz ese viaje que tanto quieres y deja de esperar que alguien te acompañe, ve y salta en paracaídas, deja esa carrera que estás estudiando y que detestas, rompe esa relación con la que no estás conforme y sólo estás por costumbre, anímate a decirle a esa persona que quieres estar a su lado, deja ese trabajo que tanto te frustra, empieza ese negocio que quieres y aún no te animas arriesgar, escribe ese libro, ve por tus sueños.

Deja de esperar el momento correcto para todo, no esperes que el miedo se vaya, no esperes que alguien te acompañe o te anime, o te de la respuesta, la respuesta está dentro de ti. Toma el riesgo.