Un verdadero ¨cristiano¨, como su nombre lo indica debe reflejar a Jesús en
su vida, en sus actitudes, en sus decisiones, en todo lo que piensa, dice o
hace.
Por lo tanto como Jesús debe tener
un carácter desafiante, que cause incomodidad en los que le rodean y conocen,
sin necesidad de predicar un sermón, por su estilo de vida debe demostrar que
hace la diferencia.
Cuando las personas, nos conozcan más a fondo en vez de decepcionarse,
deben sentir admiración, deseos de ser, de pensar, de vivir como nosotros;
deben sentirse incómodos con la vida que llevan, con sus hábitos.
Para que algo realmente cambie, cualquier cosa que sea, necesita ser
removido, conmovido, estremecido; si andamos desafiando, incomodando a la
gente, causaremos de alguna manera cambios de vida, a través de nuestro
ejemplo, sin decir palabra. Como dice una frase: ¨Predique todo el tiempo, y si
en necesario, hable¨
Jesús dijo: ¨No he venido a traer paz… sino disensión…¨
Ahora comprendo estas palabras. Si un miembro de una familia, cambia de una
vida en pecado y autodestrucción a una vida en integridad en todas las áreas de
su vida; causa incomodidad en su hogar, porque a nadie le gusta ser
confrontado, ser descubiertos, tener que admitir que estamos mal, y que hay una
vida mejor de la que estamos llevando; por eso se convierten en enemigos,
porque de alguna manera son atacados, no a ellos sino al pecado que habita en
ellos.
Qué importante es vivir en integridad, ser irreprochables, como dice el
Apóstol Pablo, que no haya nada de que se nos acuse; cuidar todas las áreas de
nuestra vida y crecer, caminar con Jesús y como Jesús, en ese nuevo estilo de
vida plena, vida abundante, en completa libertad. Y de esa manera cuando
abramos nuestra boca para compartir el evangelio, lo hagamos con autoridad y
con un testimonio vivo de lo que somos en Dios.
Desafiar, incomodar, confrontar, poner al descubierto el pecado, esa es
nuestra misión.
Tal vez no puedas cambiar todo el mundo, pero sí, la
parte que te rodea… Impacta al mundo, haz la diferencia.
Si hermana, ser un “mensaje viviente” alguien que vive y experimenta día tras día aquello que predica y enseña. Ya es el tiempo¡¡¡
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